Y es que mi vida en el fondo es como una bonita playa, que a veces está en calma y se viste con el más bonito de los atardeceres, como pronto se alza en cólera y crea la más increíble de las tormentas. Y entonces, cuando la ola se hace tan grande que parece que lo barrerá todo, que no quedará nada a su paso, es capaz de pararse de golpe, de quedar estampada contra las rocas de un acantilado que ahora forman la barrera entre yo y el exterior, solo cuando estáis a mi lado siento que las grandes corrientes de mi interior se relajan y me dejan fluir. En este bonito mundo que es mi playa, todo encuentra un orden, todo encuentra su lugar, cada caracola, cada pececito... Incluso aquellos que son nuevos o son viejos y por muy lejos que se me antoje tienen ya su hueco en esta playita de mi alma. Todo forma un elemento clave.
He de reconocerlo. Si algún día os fuerais a otro puerto, quizás más bonito y soleado, más calmado y ordenado, no sería nada igual. Nada. Ni si quiera yo misma.
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